20 julio 2006

Sacerdotisa

La tinta de mi ardiente lengua es la que uso para escribir en el suave papiro de tu piel. Letras de fuego que sólo tú conoces. Letras que sólo sé grabar yo en tu carne sin quemarte. Letras que permites (imploras) dibujar sólo a mí.

Quieta. Parada. Gasas en tu hermosa mirada... Tus brazos alzados como si el mutuo deseo los ataran hacia el cielo. La cadena de mi tinta te eriza la piel. Pezones que, insultantes e irreverentes, señalan a la pintora descarada que humedece todo el lienzo cercano a la cueva sacra de la sacerdotisa del placer.


Bebo el nectar que sobre mis manos se desliza ante su entrada que callada me permite entrar. Dedos que lamo antes de entrar en tí. Dedos que lamo al salir. Labios que se encuentran al encontrar tu éxtasis.

Caes en el ardor de mis exigencias sin que palabra alguna emerja de mi garganta, lo hace de la tuya. Sacerdotisa dócil, subyugada feligresa de su Diosa que solicita poseerla para poder mostrarte todo lo que has de disponer para cumplir tu cometido.



Elixir deseado que tu Diosa desea beber. Elixir que deseo caiga de tus labios hasta tu garganta.

No hay comentarios: