07 septiembre 2006

La primera vez

La primera vez de todo hace dudar. Nos hace temerosos del que dirán. Solo en tu cabeza ha de estar lo que haces, lo que deseas, lo que necesitas...

Solo eramos dos niñas. No se lo que se me pasó por la cabeza...

Diciembre, epoca de examenes de las estudiantes menores, del colégio. Recuerdo que estaba estudiando una noche. Hacía frio en el exterior. En casa se estaba bien. Ella se acostó antes. Cuando llegué a la alcoba ella estaba totalmente dormida. Se había destapado y el camisón trepaba por su blanca piel hasta la cintura. Recuerdo que la blancura de su pierna me llamaba, me tentaba a mirar... hasta a tocarla...

Con pavor, le acaricie suavente la pierna que me llamaba, me decia que tenía calor, que la destapase más... Pero ella estaba dormida... No sabia de donde brotaban las palabras... El camisón por arriba, tapando su pecho generoso, tenía unos botones medio abiertos. Los desabroche despacio todos. Su busto broto como si estuviera preso. Los acaricie son la mano, pero ellos no eran los que me pedian auxilio... Debia segur buscando...

Aún acariciandole el pecho, seguía escuchando llamadas. Mi otra mano se dirigió de nuevo a la falda alzada. Braguitas blancas con cenefas por arriba y en los muslos. Acerque mis labios... Olía tan bien... La mano que tenía sobre su pezón bajó a ayudar a la otra que se peleaba con las braguitas dulces, calientes, infantiles. Hasta la boca, con miedo, fue a ayudar.


El olor era penetrante, almizclado. Le separé las piernas con dulzura. Se podía decir que hasta me ayudó a ello empezando a gemir como un susurro. Separé la tela de algodon de su ropa interior. Introduje la mano en su bosque, su selva negra particular. Era tan suave...

La boca parecia como si tuviera sed. Estaba pastosa. Y sus pezones parecían aun mas suaves que antes. Tenía los senos rebosantes. Era una niña solamente. Mamé. Mamé mucho. Jadeaba al mismo ritmo. Sin saberlo, uno de mis dedos se había introducido en su cuerpo. Suave, muy suave. Cálido, ardiente, tembloroso. Mi dedo se movía. Mis labios apretaban el pezón.

Desconozco si despertó. Me fui a mi lecho, bajo el suyo, lamiendo el dedo investigador.

4 comentarios:

Perra Pelirroja dijo...

Lo interesante, estimada ciudadana, es que aún prosigo teniendo (ampliando) esperiencias de este cariz...

Unknown dijo...

Vaya. Dios las cria.... y el demonio las junta.

Perra Pelirroja dijo...

El demonio siempre en juego... Creo que nadie sabe hasta que punto se lo hemos de agradecer.

Anónimo dijo...

Es un placer conocer a alguien que no se avergüenza de que los demas sepan que se chupa el dedo.